La noche del lunes 3 de diciembre fue una noche rara. Habia partido en Torremolinos y alli estaba yo, cambiandome, pensando en mis cosas, sin darme cuenta de que era el único que estaba en el vestuario. Una vez vestido aparece un jugador blanco, tres rojos y nos subimos al campo a ver que tal se portaba el viento. Que horror, no recuerdo tanto viento desde las alarmas de tornados que sufri en Indianapolis. Intentamos tocar un poco la pelota y era imposible. Decidimos volver al vestuario y discutir la situación. Habia doce "rojos" y seis blancos y ya eran las nueve menos diez, con lo que decidimos no jugar. Creo que hace diez o doce inviernos, nadie nos hubiera impedido jugar. Estábamos pensando en que cuando eramos mas jovenes, ni la lluvia, barro o viento nos habrian hecho desistir de nuestra pasion. Como hemos cambiado...
La anecdota de la noche la protagoniza Alonso, que decide ducharse, aun si haber jugado. Probablemente queria justificar ante alguna fémina el porque de malgastar el tiempo en el futbol... Le diria a alguien que jugo como cada lunes y que se ducho, como cada lunes tambien...
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